Por Ruz Vargas Manuel
Por sus características físicas, esta planta es muy utilizada
en la construcción de viviendas, debido a que su tronco leñoso de corteza lisa
y sin ramificar, puede alcanzar una altura de 20 a 30 metros, sus hojas
pinnadas y alargadas llegan a medir hasta 6 metros de longitud. Las primeras
plantaciones de palmeras en Acapulco, se situaban en la alameda o jardín
botánico del puerto, ubicado al margen de la laguna del istmo de la Langosta
(actual Barrio de Manzanillo).
La palmera es un elemento básico en la vida de los
acapulqueños, al aprovechar la mayor parte de los elementos que la conforman,
en la construcción se utiliza el tronco, el cual se secciona longitudinalmente
para obtener barrotes, morillos, vigas y tablas; con sus hojas (palapas), se
pueden realizar cubiertas y muros divisorios; de sus vainas (varas, que
envuelven al tronco y une a este con las hojas), se sacan listones para ser
utilizadas en las cubiertas o como muros divisorios. La cascara de coco
(exocarpio), tiene diversas aplicaciones, es utilizada como relleno para
aligerar las losas, combustible en los hornos para elaborar ladrillos y tejas
de barro, insecticida para los moscos, tapetes y relleno en muebles. Sus pinnas
o foliolos (hojas que le dan aspecto de pluma o espina de pescado), son
empleadas para hacer múltiples enseres domésticos como son: petates, sombreros,
cestas, canastas, abanicos, escobas, etc. De su fruto, el coco, se extrae el
agua y su pulpa de la cual se obtiene leche, aceite, copra, tuba, y dulces,
además de servir como elemento principal para una infinidad de platillos y
bebidas así como de diversas artesanías, sus raíces se machacan para extraer
fibras con las cuales se pueden construir sogas para elaborar las enramadas.
Adolfo Gómez, establece que la Palma de coco arribo a la
Nueva España, procedente de los archipiélagos malayos: Indomalayo o
Australomalayo. Independientemente de su origen, la planta pudo haber viajado
como curiosidad, recurso alimenticio para los viajeros, o como un encargo.
Desde las primeras expediciones de la especiería en las regiones tropicales de
Asia, y de las islas Molucas en Indonesia, la orden de las autoridades
españolas hacia los navegantes era "escoger con gran cuidado algunas
plantas de aquellas islas y traerlas en sus navíos”. El historiador
colimense Felipe Sevilla del Río, considera que quien introdujo la palma de
coco al continente americano el 23 de enero de 1569, fue el navegante español
Álvaro de Mendaña y Neira, quien después de descubrir las Islas Salomón en
febrero de 1568, cruzó con sus naos "Los Reyes" y "Todos
Santos", el Océano Pacífico hasta las costas de la Alta California, desde
donde bajó al Perú y de paso estuvo en el puerto de Santiago (Colima). Esta
teoría se fundamenta en el testimonial levantado por los vecinos de Colima en
su defensa contra la instrucción real que condenaba a la desaparición de las
palmas colimenses. En su testimonio Francisco Toscano Gorjón, participante en
las tareas de construcción de los navíos expedicionarios dice: "Por qué
este testigo habrá más de cuarenta años que vide que se trajo a esta provincia
por un fulano de Avendaño, cantidad de cocos que fue la semilla que de ello se
plantó diciendo que las traía de las islas del poniente descubriendo tierras y
así hecha la dicha planta se fueron resembrando criando y cultivando las
tierras”.