La casa está compuesta por un cuerpo compacto irregular de
cuatro niveles y, como en la casa Gómez Morín, la estructura se retrasa hacia
el interior, dejando la fachada libre con un volado en curva que se dramatiza
aún más esta vez en un ángulo agudo. Un cierto carácter náutico se hace
evidente desde el exterior similar a una proa. En la parte posterior se
descubre un muro con una doblez que queda esclarecida al observar la planta.
En el primer nivel se alojan la estancia con altura y media,
integrándose visualmente con el comedor medio nivel más arriba. El espacio esta
revestido de materiales pétreos dentro de un aire relajado y espontáneo -propio
de una casa de segunda residencia- y está envuelto por una retícula de
cristales abatibles, incorporando en la parte superior una banda de persianas
venecianas. En el nivel superior de los dormitorios se hace evidente la doblez
mencionada: las piezas se disponen en forma de “L” presentado un ligero pliegue
para apropiarse del paisaje sobre el acantilado y el mar.
La doblez de los dormitorios es, en cierta forma, un ensayo
de la posterior aparición de las plantas adaptables. Quizás, dentro de la misma
línea de acción se pueden clasificar un par de proyectos más para casas
unifamiliares, ambas de 1948, trazadas regularmente dentro de una retícula. La
ortogonal la rompe un solo elemento, la escalera gira libremente para dar la
bienvenida al visitante, facilitando su embarque y al mismo tiempo adquiriendo
cierto aspecto escultórico.
El concepto arquitectónico de esta residencia
constituye una de las pruebas mas evidentes de modernidad en la evolución
arquitectónica de Carlos Obregón Santacilia y del movimiento moderno del Siglo XX en Acapulco
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